29.8.06
















Hombre que se aleja


Detrás de cada uno
vela su casa, el campo, la distancia.
Jaime Gil de Biedma
Tanto tiempo estuvimos cercanos
como manos
del mismo
único cuerpo.

Y así nos distanciamos,
a la velocidad que cae el marañón maduro al suelo
y explota en jugos azucarados
que devoran hormigas
igual que a un cadáver humano.

Él se aleja con el bigote crecido.

Queda la mugre en
mis uñas y una mosca verde ronda mi pelo.
Con orgullo
y desentumeciéndome,
la espanto.


Héctor Avellan











Violario

De un antiguo parecido mental con caperucita provendría, no lo sé, el hechizo que involuntariamente proboco en las viejas cara de lobo. Y pienso en una que me quiso violar en un velorio mientras yo miraba las flores en las manos del muerto.
Había incrustado su apolillada humanidad en la capital de mi persona y me tenía aferrada de los hombros y me decía: mire las flores... qué lindas le quedan las flores...
Nadie hubiera podido conjeturar, viendo mi estampa adolescente, que la vetusta femme de lettres hacía otra cosa que llorar en mi cuello. Abrazándose estrechemente a mí, que a mi vez temblaba de risa y de terror.
Y así permanecimos unos instantes, sacudidos los cuerpos por distintos estremecimientos, hasta que me quedó muy poco de risa y mucho de terror.
Seguí mirando las flores, seguí mirando las flores...Yo estaba escandalizada por el adulterado decadentismo que ella pretendía reavivar con ese ardor a lo Renée Vivien, con ese brío a lo Nathalie Clifford Barney, con esa sáfica unción al decir flores, con ese solemne respeto greco-romano por los chivos emisarios de sus sonetos...
Entonces decreté no escribir un solo poema más con flores.

Alejandra Pizarnik